BREVE NARRACIÓN #4




El Último Latido del Reloj de Sol


En el pueblo donde los relojes se detuvían al atardecer, vivía Alma, una niña que coleccionaba segundos robados. Cada tarde, cuando las sombras alargaban sus dedos sobre las casas, ella corré hacia el viejo reloj de sol en la plaza, aguardando el instante exacto en que la luz se rendía a la noche.
Un día, el reloj de sol no se movió. Las sombras permanecieron inmóviles, como si el tiempo hubiera olvidado respirar. Alma, con su frasco de cristal lleno de segundos dorados, lo abrió y dejó escapar uno. El segundo se deslizó por el aire, se posó en el gnomon del reloj y, con un susurro, lo empujó.
Las manecillas giraron de nuevo. Pero Alma ya no estaba. Solo quedó su frasco vacío, y en él, una nota: "Para que el mundo siga latiendo, alguien debe donar su último segundo."
Desde entonces, cada atardecer, una sombra nueva recorre la plaza. Nadie sabe quién es, pero el reloj de sol nunca se ha detenido.

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