BREVE NARRACIÓN #1

Bosque de Niebla Eterna
En el corazón de un valle olvidado por el tiempo, donde la bruma se arrastra como fantasmas entre los árboles centenarios, se extiende un bosque cuyos secretos susurran con cada hoja que cae. Los árboles aquí no crecen hacia arriba, sino que se enroscan sobre sí mismos en espirales imposibles, sus troncos retorcidos cubiertos de musgo fosforescente que emite un suave resplandor verde-azulado cuando la luz del sol apenas logra filtrarse a través del dosel.
El suelo está alfombrado por un manto de hongos gigantes, algunos del tamaño de sillas, con sombreros translúcidos que parecen cristal de cuarzo. Sus formas geométricas perfectas contrastan con el caos orgánico del bosque. Entre ellos, corren arroyos de agua negra como tinta, que reflejan el cielo oculto creando ilusiones de profundidades infinitas.
Las raíces de los árboles forman arcos y puentes naturales sobre estos arroyos, y en sus grietas crecen orquídeas negras que emiten un aroma dulce y embriagador. Cada una de estas flores está habitada por pequeños insectos luminosos que vuelan en enjambres sincronizados, creando constelaciones vivientes en la penumbra.
En lo más profundo del bosque, donde la niebla es tan densa que parece sólida, se encuentra un claro circular donde el tiempo se comporta de manera extraña. Aquí, las estaciones se superponen: hojas de otoño caen mientras florecen capullos de primavera, y en el mismo árbol pueden verse frutos maduros junto a brotes nuevos. El aire vibra con un sonido constante, como si el propio bosque respirara.
En el centro de este claro yace un lago de agua plateada, tan quieto que parece un espejo perfecto. Las estrellas reflejadas en su superficie no corresponden al cielo visible, sino a configuraciones estelares que nadie ha visto jamás. Quienes se atreven a mirar fijamente el agua durante demasiado tiempo afirman ver movimiento en esas estrellas falsas, como si fueran ojos que los observan a su vez.
Las criaturas que habitan este lugar nunca se ven completamente. Solo destellos de pelaje plateado entre la maleza, ojos que brillan con luz propia, y susurros que parecen provenir de la propia tierra. Los caminos cambian cuando nadie los está observando, llevando a los viajeros siempre de regreso al claro del lago, como si el bosque estuviera vivo y jugará un juego eterno de espejos con quienes se aventuran en sus dominios.
Y en las noches sin luna, cuando la niebla se vuelve tan espesa que se puede cortar con un cuchillo, se escucha desde las profundidades del bosque el sonido de un reloj que marca horas que nunca existieron...
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