BREVE NARRACIÓN #32


 "El último fuego"

En lo alto de la montaña nevada, el maestro y su discípulo se detuvieron frente a un leño empapado por la tormenta. El joven, impaciente, desenvainó su hacha con fuerza bruta y golpeó una y otra vez, pero el leño apenas se astillaba. El frío se colaba por sus huesos mientras su enojo crecía.


El maestro, callado, se arrodilló junto al leño. Con las manos temblorosas pero firmes, comenzó a frotar dos astillas secas que guardaba en su mochila. Sus movimientos eran lentos, casi dudosos al principio, pero constantes. El discípulo, exhausto, observaba con escepticismo mientras su propia hacha se hundía inútilmente en la madera húmeda.
Minutos que parecían horas. De pronto, un hilo de humo surgió entre los dedos del maestro. Una pequeña llama bailó, tímida pero viva, que pronto abrazó el leño mojado con una ternura que lo transformó en brasas ardientes.


—"La hacha representa tu fuerza externa"—dijo el maestro, señalando el filo mellado—. "Pero la llama... esa nació de dentro. El mundo te dará madera húmeda y tormentas, hijo. Lo que lleves aquí"—tocó el pecho del joven—"será lo que determine si te quemas o si enciendes fuegos".


El discípulo guardó silencio mientras el calor de las brasas secaba sus lágrimas. En sus ojos reflejaba algo más que fuego: la primera chispa de una fuerza que ya no buscaba afuera.


Cuando los vientos del mundo hacen imposible encender fuego afuera, la llama que nace adentro nunca se apaga.


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