BREVE NARRACIÓN #31


"El Reloj de la Plaza Vieja"

En el corazón de una aldea olvidada por el tiempo, había un reloj de sol que nadie usaba. Sus números estaban desgastados, y la sombra que proyectaba parecía siempre apurada, como si quisiera adelantarse al futuro.


Una mañana, Mateo, un niño de ocho años, se sentó junto al reloj con una pregunta: ¿Por qué la gente mayor siempre dice que los niños deben "esperar su turno"?
Un abuelo que pasaba, don Jacinto, se detuvo. Con una sonrisa, tomó una semilla de roble de su bolsillo y la plantó junto al reloj.


—Mira, pequeño —dijo—. Esta semilla no puede volverse un árbol en un día. Necesita lluvia, sol y tiempo. Si la apuras, se marchita.
Mateo observó la semilla, confundido.
—Pero yo quiero ser grande ya.


Don Jacinto rió. —Y yo quisiera ser joven otra vez. Pero ¿qué sería del mundo si todos los robles fuesen viejos y quebradizos, sin nuevas hojas? El secreto es respetar cada anillo que crece en el tronco.


Los años pasaron. La semilla se convirtió en un roble frondoso. Mateo, ya adolescente, regresó un día con prisa en los ojos. Quería irse del pueblo, olvidar las raíces.
El abuelo, más lento ahora, le tendió una hoja seca del roble.
—Esta hoja fue verde antes. No la desprecies por estar arrugada. Algún día tú también serás otoño.

Mateo se fue. El abuelo permaneció.


Cuando Mateo volvió, ya hombre, encontró al roble más alto que nunca. Debajo, una placa nueva: "A don Jacinto, que supo esperar que los niños fuesen árboles".
Un niño pequeño corría alrededor del tronco. Mateo, sin pensar, tomó una bellota del suelo y se la ofreció.
—Plántala —dijo—. Pero recuerda: no hay prisa. El tiempo se hace grande cuando se respeta.

Y así, entre el tic-tac silencioso del reloj de sol, la aldea aprendió que las estaciones de la vida no son escalones para subir corriendo, sino melodías que hay que dejar tocar hasta el final.

 Cada etapa de la vida tiene su ritmo; quien respeta el tiempo de crecimiento de los demás y el propio, cosecha sabiduría y deja un legado que florece más allá de las estaciones.


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