BREVE NARRACIÓN #25
El Cuaderno de Amaru: Cuando el Conocimiento se Convierte en Remedio
En el corazón de la selva amazónica, donde la bruma se desliza entre los árboles como fantasmas de luz, vivía una niña llamada Amaru. Su pueblo, los Yawari, hablaba el idioma de las estrellas y las aves, pero no conocía la escritura. Amaru, sin embargo, escuchaba historias de los ancianos sobre cómo el conocimiento escrito podía sanar, proteger y conectar mundos.
Un día, una extraña fiebre azotó el poblado. Las plantas medicinales del chamán no surtían efecto, y los más ancianos comenzaban a temblar. Amaru recordó que su abuela, antes de partir, le había entregado un cuaderno viejo, diciendo: "Aquí guardo lo que mis ojos ya no pueden ver, pero tus manos sí pueden leer."
Con el corazón latiendo al ritmo de los tambores lejanos, Amaru abrió el cuaderno. En sus páginas, dibujos y símbolos contaban la historia de una planta sagrada que crecía cerca de la cascada del jaguar, un lugar prohibido. Guiada por el conocimiento ancestral, Amaru partió al amanecer. Siguió las marcas del cuaderno, cruzó ríos de cristal y escuchó el canto de las ranas que parecían susurrar: "Estudia, niña, porque el mundo se guarda en las palabras."
Al llegar a la cascada, encontró la planta. La llevó al poblado, la preparó según las instrucciones y la fiebre cedió. Aquella noche, mientras los fuegos danzaban, los ancianos reunieron a todos y dijeron: "Amaru nos salvó no por magia, sino porque aprendió a leer los secretos de nuestros padres. Estudiar no es huir del mundo; es traerlo más cerca."
Desde entonces, los niños del pueblo aprendieron a leer y escribir, guardando sus historias en cuadernos como el de Amaru. Y en cada página, se dibujaba la misma lección: El conocimiento no es un tesoro que se guarda, sino un río que fluye para todos.
La verdadera magia no está en lo que se hereda, sino en lo que se aprende; estudiar no aleja del mundo, lo trae más cerca y lo salva.
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