BREVE NARRACIÓN #22

 


La Última Niebla

Era un viernes cuando la niebla comenzó a envolver el pequeño pueblo de San Esteban. Los habitantes, acostumbrados a los cambios bruscos del clima, no le dieron mayor importancia al principio. Sin embargo, al transcurrir las horas, la niebla se tornó cada vez más densa, hasta el punto de que no se podía ver más allá de un par de metros. Entre la bruma, algo parecía moverse, algo que no era el viento ni los animales del bosque. Los vecinos comenzaron a sentir una inquietud sorda, como si la niebla no solo ocultara el paisaje, sino también algo más profundo y misterioso.

Esa misma tarde, un hombre desconocido llegó al pueblo. Vestía un abrigo gris y un sombrero de ala ancha que apenas dejaban ver su rostro. Caminó con paso decidido hasta la taberna del pueblo, donde fue recibido con miradas curiosas y desconfiadas. "Buenas tardes", saludó el forastero con voz grave. "Me llamo Julián y estoy buscando algo que perdí hace mucho tiempo". Don Anselmo, el anciano dueño del lugar, fue el único en atreverse a preguntar qué era eso que había perdido. Julián sonrió, como si esperara esa pregunta, y respondió: "Un recuerdo. Uno que me ha traído hasta aquí, a través de la niebla".

Intrigados, los habitantes decidieron ayudar al forastero en su búsqueda. Guiados por su relato, recorrieron los lugares más emblemáticos del pueblo mientras la niebla lo envolvía todo. Al llegar al árbol más antiguo del parque, Julián se detuvo y colocó una mano temblorosa en el tronco. "Aquí es", susurró. "Aquí prometimos encontrarnos de nuevo". La niebla comenzó a disiparse, y con ella, el recuerdo de su amor perdido se hizo claro. Aunque ella no estaba físicamente, Julián sintió su presencia y comprendió que, a veces, lo que buscamos no está perdido, sino esperando en los rincones más inesperados de nuestra memoria.

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